martes, 16 de marzo de 2010

Lunático.

Una casa del tamaño de Júpiter decían algunos, también se comentaba en el pueblo que cuando tenía buen humor comía la parte trasera de la luna, esa que nunca vemos, ese lado oscuro.

El chaman del pueblo narraba, que según aquel gran y misterioso amigo era un éxtasis comerse una parte de tan preciado astro, que ningún sabor se igualaba y que a veces le tocaba ir hasta el sol para iluminarnos las noches, claro que era perezoso porque sólo nos daba gusto una vez al mes...

El gigante no sabemos donde esta, lo cierto es que cada mes lo recordamos mirando al cielo, mirando la parte de la luna que aún queda, el pedazo que a su antojo nos dejo, y aunque con algunos mordiscos, sigue iluminando el camino y el continua con su psicodelia a la hora de tomar partes de la noctambula acompañante.

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