lunes, 23 de agosto de 2010

Insomnio

Un espacio tan hondo que solo entra en mí ser, en aquel que intento verme inmerso a diario, descendiendo al centro o al fondo, pero solo veo mi alma, es raro verla cuando no es un sueño y aun más en un dificultoso camino de melodías un poco más rítmicas y tenues que la costumbre, pero aun así la falta tus caricias, esas que era un viento corto pero amarillo como el corazón de esta ciudad, esa ciudad que se devora mis esperanzas como la luna mis miradas, como las nubes mis suspiros y como la música mi esencia.

La respiración es un enemigo de la candencia de un espacio al vacio, solo pocos acordes llenos de deseos de vida logran buscar salida a una seducción, que se propicia gracias al cansancio y repugnancia de mi mundo, en el que me canso de mí y aun así busco enamorarme con detalles como una voz de madrugada y una guitarra desvelada, pero genera sin remedio alguno una explosión de mi ser, un grito sin barreras que llega tan lejos que hace vibrar más mi corazón, este que no se cansa de latir aun cuando mis sentidos quieren una pausa de tantos estímulos, a tantas pasiones que se desbordan sin encontrar un cauce o un beso o quizás una caricia envenenada de complicidad.

Encuentro la injusticia que solo se equilibra en el huracán de dulzura que trae consigo las Antillas, el Caribe y una brisa marina, buscando respuestas encuentro acordes, un caminar de la mano de percusión de mis pensamientos y sin más ni menos las palabras que habrían salido con tanta melancolía disfrazada de inspiración, logran calar en mi una brecha de un ruido silencioso que no parece parar en estos días intensos, en estos días montañosos, en estos días musicales, en estos días donde la dulzura se acerca pero también me aleja.

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